¡Feliz viernes!
Espero que vuestra semana haya ido lo mejor posible.
Si algo caracteriza a El Taller de las Palabras —o al menos eso intento— es que sea un lugar sin prejuicios, sin presión, y donde todos (sí, todos) podamos compartir nuestra opinión sin miedo.
Así que seré directo: mi cuerpo está en “modo emergencia”. No me encuentro nada bien, y me he planteado seriamente cerrar esta pequeña “temporada” y descansar hasta septiembre. Desconectar de redes, dejar de escribir... al menos todo lo que no sea mi novela o mis cuentos.
Pero algo me tira. Un hilo invisible que me impide parar. A veces parece un superpoder, pero también es una maldición: la autoexigencia.
Pero… algo tira de mi. que me impide parar. Muchas personas podrán ver esto como una habilidad o superpoder que ayuda a la productividad, pero todo tiene su otro lado de la moneda: la maldición de la auto-exigencia.
De momento, seguiré compartiendo mi camino con vosotros: alternaré relatos nuevos con otros que rescato (y así las nuevas incorporaciones podrán disfrutar) con la newsletter en la que contaré cómo me encuentro y en que proyectos estoy metido. Espero poder mantener el ritmo sin explotar…
- 🌊Aguantar la respiración:
El 8 de noviembre de 2023 estaba en uno de los puntos más críticos de mi vida. Me sentía engullido por el mar, como si apenas pudiera sacar la cabeza del agua para respirar.
Entonces recordé una cita de uno de mis libros favoritos:
"Lucha en superficie, ¿Sabes lo que es?
Coges aire durante los segundos en los que tu cabeza consigue salir a la superficie y aguantas la respiración cuando te sumerges. Cuando estás en esa situación no puedes pedir ayuda, estas demasiado ocupado intentando no morirte.
Eso es lo que siento todo el tiempo."
— Siempre será diciembre, de Wendy Davies
Y escribí una publicación al respecto. Porque esa frase me acompañó. Me sostuvo.
Si no conocéis a Wendy Davies, es el seudónimo de dos escritoras increíbles: Fátima y Merche. También es el nombre de uno de los personajes de su primera novela, Recuerda que me quieres —un libro que descubrí buscando un regalo para mi hermana y terminé comprando por duplicado (uno para ella, otro para mí).
Desde entonces, he leído todo lo que han escrito. Pero Siempre será diciembre… esa historia me atravesó.
Y sí, hay un vínculo especial entre Wendy y yo.
(Si leéis sus libros, entenderéis una de las razones de por qué escribo como “Charlie” en lugar de Carlos).
Esta semana, Fátima compartió en Instagram que estaba releyendo esa novela. Le respondí. Ya habíamos hablado antes, pero no quiero dejar de decirle nunca cuánto me ha ayudado su forma de escribir. ✨Hace magia✨.
Todas las novelas anteriores me emocionaron, me hicieron llorar y reír. Pero esta… me removió desde dentro.
- ⚠️Modo de emergencia:
Volviendo a mi presente: estoy agotado. Sin energía. Y tengo miedo.
Miedo de volver a caer. Miedo de caer al mar.
Si alguna vez habéis jugado a Zelda, quizá recordéis ese pitido insistente cuando te queda poca salud.
Así me siento: ese pitido constante, ese aviso silencioso del cuerpo que dice “basta”.
Y aun así sigo. Como en el juego: espada en alto, escudo preparado. Luchando.
Para las personas que no sepan a qué me refiero, es este:
- ✒️✨Última llamada para la segunda quedada haiku:
Os recuerdo que sigue abierta la convocatoria para participar en la segunda quedada haiku hasta este domingo:
Haikus: ¿Cómo escribirlos? - Segunda quedada Haiku
Hola! Os habla el rey del haiku de Substack (ojo, no lo digo yo… que lo dice David Domínguez 🎩 el capo de “Crecer en Substack”.
Aunque esté en modo supervivencia, no quiero olvidarme de esto:
⚠️ ¡Última llamada para participar en la segunda quedada haiku!
Tienes hasta este domingo para enviar el tuyo.
En la primera edición disfruté muchísimo leyendo vuestras palabras. Y en esta ocasión, estoy convencido de que será igual o más especial. Además, esta vez contamos con una cocreadora maravillosa,
, que ha abierto la puerta de esta quedada al inglés. ¡Pero puedes usar el idioma que prefieras!¡Lo importante es participar!
- 😊Noticias que me hacen sonreír:
A pesar del cansancio, hay muchas cosas que me hacen seguir. Os comparto algunas novedades de las que me siento muy orgulloso:
👻 “Gris, el gran fantasma asustador”
Mi primer cuento. Está en las últimas fases de maquetación con la editorial. Me hace muchísima ilusión que por fin tome forma.🚀 “Astro y Astri”
¡El viernes pasado firmé un contrato para publicarlo! Será mi segundo cuento infantil (aunque el primero aún no ha salido, no podía dejar pasar esta oportunidad).💜 Morana
Sigo revisando la novela poco a poco, con la ayuda de mi profe. A veces me desespero porque me siento lento, pero he entendido que este proceso es también un viaje personal. Morana me enseña mientras yo la escribo.🤝 Colaboraciones
Estoy trabajando con personas maravillosas en proyectos nuevos que pronto verán la luz.
Como me dijo una amiga hace muy poco: “Tienes un melonar abierto.” Y sí, es cierto. Es la maldición de tener un cerebro que no deja de lanzar ideas… y yo, que le hago caso.
Gracias por seguir ahí. Gracias por leerme incluso cuando escribo desde el cansancio extremo.
Nos leemos pronto.
Un abrazo enorme,
Charlie Marrez
Te leí con un nudo en la garganta y mucha ternura. Porque lo que escribiste no es solo un texto, es una forma de pedir aire. Y aquí estamos, del otro lado, respirando contigo.
A veces seguir es un gesto de amor, y otras, lo más valiente es parar. No porque uno se rinda, sino porque entiende que también necesita cuidarse. Y eso también es escribir. Eso también es crear.
Yo te sigo, tanto si sigues escribiendo como si decides descansar. Porque lo que compartes tiene verdad, tiene humanidad, y eso no se mide en ritmo ni en cantidad. Se siente. Y tú lo haces sentir.
Así que si necesitas parar, hazlo. Sin culpa. Sin miedo. Te esperaremos.
Y si sigues, aquí seguimos contigo. Espada en alto, pero sabiendo que no siempre hay que pelear. A veces también vale con cerrar los ojos y quedarse un rato quieto.
Me resulta familiar esa sensación de ahogo. De querer que pare todo. O de huir a un lugar remoto.
De tener un refugio.
Y sé que hay poco consuelo en lo que te puedan decir, más que que te sientas acompañado. Comprendido, quizás.
Si está en tu mano entrar en ese refugio, no lo dudes.
Ánimo, fuerza, y sobre todo, te deseo que te envuelva la serenidad.