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Relato: "Los Hilos Invisibles"
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Relato: "Los Hilos Invisibles"

La danza de la marioneta: Entre el deber y el deseo de ser libre

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Charlie Marrez
oct 01, 2024
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Relato: "Los Hilos Invisibles"
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Creo necesario sacar de ese viejo baúl a la marioneta que tanto tiempo lleva representando esta función. Pese a que es un relato que escribí el año pasado, ahora mas que nunca me identifico con mucho de lo que dije entonces. Disculpad si rescato relatos anteriores para darles un nuevo uso, hay muchas personas que no los conocen y yo sigo enfrascado en dos cuentos, una novela y colaboraciones con personas maravillosas que he conocido en Substack e Instagram. Soy imperfecto a mucha honra... :) -
Charlie Marrez

En el rincón más oscuro del baúl de un viejo teatro, una marioneta se encontraba enmarañada en sus hilos, gastados y sucios por el paso del tiempo.  

Pese a que había vivido tiempos mejores, el titiritero la sacaba en cada función. Siempre en el mismo momento, todo orquestado a la perfección por años y años de experiencia de ejecutar la misma historia. 

Antiguamente, la marioneta era el orgullo de su dueño. Estaba hecha de madera de cerezo y vestía con ropa de algodón de la mejor calidad, pero el paso del tiempo había hecho mella en ella como en todo lo que la rodeaba. Ahora podían observarse golpes y falta de pintura en algunos puntos de su madera y sus ropajes estaban plagados de enganches e hilos sueltos. 

Siempre salía al escenario repitiendo la misma danza mecánica que conocía desde siempre. Sus pasos eran exactos y precisos. Los hilos tiraban de ella al mismo ritmo, acompañado por el sonido de la misma música, usada desde su primera función hace décadas. 

Los espectadores, aunque invisibles para ella y cada vez menos abundantes para todos, parecían esperar sus movimientos como algo natural, predecible e inevitable. No esperaban nada nuevo, querían ver la misma función de siempre, que tanto les gustaba. 

Día tras día la misma rutina: Le sacaban de su baúl, le desenredaban lo hilos y le quitaban el polvo con la mano. Las cuerdas se tensaban y, tras encenderse los focos, la danza comenzaba. Aplaudida por un público que nunca veía, cumplía con su papel de siempre. Se inclinaba, sonreía y daba vueltas. Los aplausos no le importaban, pero las cuerdas sí. No recordaba un solo instante en el que sus miembros no hubieran sido guiados por esos hilos invisibles. 

Sus movimientos nunca le pertenecieron. Cada gesto, cada paso que daba, era dictado por las manos del titiritero que tiraban de los hilos con habilidad y entusiasmo. Y, aunque no conocía otra vida, en algún rincón profundo de su madera desgastada, una chispa de inquietud comenzaba a encenderse. En el fondo de su ser, tras todos esos años de danza y aplausos, la marioneta empezaba a sentir incomodidad, una sensación extraña que se apoderaba de toda su celulosa. 

No sabía que había cambiado, pero empezaba a preguntarse si había algo más allá de los hilos y focos que siempre la habían acompañado. 

Una tarde, cuando las luces del escenario aún no se habían encendido, la marioneta sintió un tirón más fuerte de lo habitual. Ella no identificaba que hilo se había movido ya que ninguna de sus extremidades había sido arrastrada por él. El tirón parecía provenir del lugar más profundo de su ser. Las cuerdas que siempre la habían sostenido ahora comenzaran a asfixiarla.  Intentó levantar una mano, solo una, pero antes de que pudiera hacerlo, los hilos tiraron de ella con brusquedad. "Este es tu papel", parecían susurrar las cuerdas. "Esto es lo que debes hacer." 

¿Era posible que alguna vez hubiera deseado esos hilos? ¿Alguna vez había vivido sin ellos? ¿O siempre habían estado ahí, impidiéndole moverse libremente, sin que ella se diera cuenta?  

Algo dentro de ella comenzó a retorcerse. Con cada tirón de los hilos, el deseo de romperlos crecía. Una vez más, intentó mover su mano libremente, y esta vez lo logró, aunque solo por un segundo. Las cuerdas siempre estaban presentes para dominarla, hacerla volver a los movimientos de siempre. A la “vida” que tenía que llevar. Sentía el peso de los hilos, como una carga insoportable. Pero también sentía algo más: una fuerza dentro de ella que no había notado antes. Un deseo de moverse libre, de sentir sus propios pasos. La marioneta ahora se preguntaba qué sucedería si se negaba a obedecer. 

Una noche, durante la función, mientras las cuerdas se tensaban para hacerla bailar una vez más, se resistió. Tiró de los hilos hacia atrás, luchando contra el control que había soportado durante tanto tiempo. Sus movimientos eran torpes, temblorosos, pero al fin eran suyos. Por primera vez, sentía que podía elegir. Los hilos tiraban de ella, intentando forzarla a seguir la rutina, a continuar con la misma danza mecánica. 

La marioneta había despertado. 

Con cada movimiento, aunque torpe, sentía cómo las cuerdas se debilitaban. Su control sobre ella disminuía. El teatro seguía oscuro, los espectadores invisibles permanecían en silencio, pero la marioneta había cambiado. Ya no era el mismo títere que danzaba sin cuestionarse nada. Sabía que sus cuerdas podían romperse. Y aunque aún no lo había logrado por completo, el simple hecho de saberlo era suficiente para comenzar a vislumbrar una nueva vida. 

Cada día, la marioneta se resistía más a los hilos del titiritero, y su danza se volvía más errática, menos grácil y elegante. Los aplausos comenzaron a menguar, y en algunas funciones, ni siquiera recibía uno solo en toda la función. Pero ya no los necesitaba. Sabía que su verdadera audiencia estaba dentro de ella. 

 Los hilos podían tirar, intentar controlarla, pero nunca más volverían a definir quién era. 

Aún colgaba en el mismo teatro y pasaba las noches guardada en el mismo baúl lleno de polvo, pero ahora, cada movimiento era diferente. Las cuerdas seguían allí, sí, pero ya no eran invencibles. El primer paso hacia la libertad no era romperlas, sino comprender que no la definían, que podían ser vencidas. 

Charlie Marrez

¿Qué te ha parecido? ¿Sientes los mismos hilos invisibles tirando de ti?

¡¡Te leo en los comentarios!!

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