Introducción al relato:
Con motivo del “Día Mundial de la Salud Mental”, que se celebra esta semana (10 de Octubre), quería compartir un relato muy intimo, quizá uno en los que mas me desnudo. Se llama “Ruido” y lo escribí con motivos terapéuticos para entender que sentía en mi cuerpo en ese momento.
Todo lo que cuenta el relato es tal cual, sin intentar hacer mas dramática la situación, ni victimizarme… solo describir como me sentía.
El hecho es que funcionó, me sirvió para entenderme un poco más. Y no contento con eso, me atreví (con mucho miedo) a compartirlo en mi cuenta de Instagram:
Mi sorpresa vino después, cuando mucha gente me escribía tanto en comentarios como en privado dándome las gracias. Me decían lo mucho que les había ayudado leerlo. Que estaban pasando por lo mismo. Tal cual yo lo describía.
Eso hizo que terminara de nacer en mi el propósito de “intentar” ayudar a los demás con la escritura. Poner palabras a lo que sentimos y, en un futuro, quizá, ayudar a que otros lo hagan también. Tanto yo como muchas personas más, descubrimos que no estamos solos y que batallamos contra el mismo monstruo. Que es sano compartirlo, que es bueno apoyarnos…
Si eres una de esas personas, recuerda: No estas sola.
Relato: “Ruido”
Me levanto y no tengo que esperar mucho para sentirle de nuevo. Da igual que me levante deprisa para que no me alcance o me espere a ver si me da por muerto. Se agarra bien fuerte a mi pecho y me araña el cuello.
Intento hacer aquello que he aprendido y podría liberarme de su forcejeo: Medito, respiro profundo, realizo afirmaciones positivas. Pero no siempre funciona, o no de la manera que necesito.
Desayuno, y aunque sé que la cafeína no va a ayudarme a ahuyentarlo, sino que puede provocar que se agarre más, me tomo un café bien cargado para que mi cuerpo tenga fuerzas suficientes para enfrentarme a él y todo lo que tengo que hacer durante el día.
Me preparo, pero no es fácil cuando tu pulso y agilidad las controla el. Me tiemblan las manos y me cuesta ponerme la ropa, las lentillas e incluso lavarme los dientes.
Intento llevar una vida “normal” sin que se note que él está dentro de mi. Aparentando, mientras aprieta cada músculo, arteria y nervio de mi cuerpo. A veces incluso sonrío o bromeo, a los demás les resulta más fácil así.
No es nada fácil mantenerme sobre mis dos pies mientras un zumbido de abejas se encuentra en mi cabeza, me clavan sus aguijones en las sienes y me impiden escuchar siquiera mi propia opinión. Mientras mi cerebro parece pesar como si estuviera hecho de hormigón, cuando mis brazos tiemblan y duelen como si alguien se dedicara a estrangular los hilos de marioneta que me sostienen a la vida que me ha tocado vivir.
No afecta solo al sonido. El ruido también es visible. Manchas blancas y negras danzan delante mía y provocan “molestias visuales”. A veces toman formas grotescas y se acercan a mí con curiosidad. Yo ya no les tengo miedo, he aprendido que soy mucho más fuerte que ellas.
En ocasiones el ruido es tan fuerte que todo el mundo a mi alrededor parece girar y retorcerse sobre sí mismo. En esos momentos cierro los ojos y agarro algo sólido que me permita no caer. Llegar al final del día es agotador pero la alternativa es mucho peor. Pienso en las luces que hay en mi vida para poder levantarme cuando me caigo, para resistir el ruido y los pensamientos equivocados de la guerra civil que se vive en mi cabeza.
— ¿Estas bien? — me preguntan con gesto preocupado.
Sé que esperan que les responda un si, que ya queda poco para salir del pozo en el que me encuentro, y así lo hago.
— Si. —respondo mirando a los ojos, pero no soy capaz de creérmelo nunca.
— Arriba, anímate. —me suelen responder, como si no se me hubiera ocurrido antes a mí.
Yo sonrío y me doy la vuelta.
He aprendido que no me sirve de nada hacer entender a nadie como me encuentro, prefiero usar esa fuerza y tiempo en seguir andando y levantarme un día más…
Charlie Marrez
Guau.
Gracias por compartir esto. Me alegro de que hayas encontrado una forma de contarlo, palabra a palabra, una después de la otra; así ya no es una sensación que llega toda a la vez y –creo– pierde parte de su fuerza y destrucción. ¿Tiene esto sentido?
Un abrazo.
P.D. me llama mucho la atención la ilustración (¿es tuya?); acabo de empezar a ver un anime, Uzumaki, adaptación de un manga de terror que yo no conocía, y esas espirales... ¡uf!
Creo que no hay pregunta que más odie que el "cómo estás?" cuando te lo pregunta gente que claramente no quiere saber la respuesta.
Hace tiempo, cuando atravesaba una de mis mayores crisis depresivas, le di forma y nombre a ese ruido y peso. De algún modo humanizarla me ayudó a lidiar un poco mejor con ella. Fue como levantar un muro entre ambas y poder distingir que esos pensamientos de "que buen día para tirarse delante de un autobús" no era realmente míos, sino de ella. A veces me descubro a mí misma manteniendo conversaciones racionales con esa parte o mandándola callar 🤣 Sé que suena como si estuviese zumbadísima de la cabeza (que probablemente también), pero oye, aún no me he tirado delante de ningún autobús de forma descarada, así que algo estaré haciendo bien.